La investigadora argentina Paula Sibila, en su libro "La intimidad como espectáculo" (2008), subraya la exaltación permanente del yo que promueven nuestras sociedades actuales. El desarrollo tecnológico: correo electrónico, chats, SMS, Yahoo, Messenger, redes sociales (Myspace, Twitter, Facebook, etc, con millones de usuarios), ha fomentado espacios de exposición del yo como los diarios personales(fotologs, webblogs, videologs, blogs), cuya difusión es impresionante.
La exposición de la propia intimidad es un fenómeno de este siglo; que también se aprecia en el boom de la literatura biográfica o del yo, también denominada ficciones del yo. El ser humano lo es a partir de la mirada del otro, del reconocimiento de sus semejantes. Somos en tanto que alguien nos reconoce y nos toma en cuenta, y este deseo de reconocimiento, esta necesidad imperiosa de existir para otro nos acompaña toda la vida.
Parece que la ruptura de las redes sociales presenciales, el reconocimiento mutuo que era cotidiano en las sociedades tradicionales, se está perdiendo en nuestras sociedades, donde el sistema irradia indiferencia (Sennett). Pocos parecen necesitar la sensibilidad y la cercanía personal, el sistema económico en especial, puede prescindir de nuestra presencia y conocimientos de un día para otro, pudiendo sustituir a cualquiera. En la economía, que parece a ratos, rectora de la convivencia humana, esta indiferencia del sistema amenaza también con extenderse a las relaciones humanas, haciéndolas frágiles.
Nuestros adolescentes están chapoteamos en las aguas de la indiferencia o ¿el espectáculo virtual? en espera de ser oídos, buscando en el espacio virtual el reconocimiento que no se encuentra en el real. Miles de internautas adolescentes exponen sus vidas y sus pensamientos descuidadamente. Es vital que ellos aprendan a protegerse en el mundo virtual, reguardar sus datos personales es fundamental para desarrollar su identidad. Es conveniente conversar con ellos y reflexionar sobre la intimidad como un valor, lo que se contrapone a la visión consumista de intimidad-espectáculo como mercancía.
Ver Entrevista con Paula Sibila
La exposición de la propia intimidad es un fenómeno de este siglo; que también se aprecia en el boom de la literatura biográfica o del yo, también denominada ficciones del yo. El ser humano lo es a partir de la mirada del otro, del reconocimiento de sus semejantes. Somos en tanto que alguien nos reconoce y nos toma en cuenta, y este deseo de reconocimiento, esta necesidad imperiosa de existir para otro nos acompaña toda la vida.
Parece que la ruptura de las redes sociales presenciales, el reconocimiento mutuo que era cotidiano en las sociedades tradicionales, se está perdiendo en nuestras sociedades, donde el sistema irradia indiferencia (Sennett). Pocos parecen necesitar la sensibilidad y la cercanía personal, el sistema económico en especial, puede prescindir de nuestra presencia y conocimientos de un día para otro, pudiendo sustituir a cualquiera. En la economía, que parece a ratos, rectora de la convivencia humana, esta indiferencia del sistema amenaza también con extenderse a las relaciones humanas, haciéndolas frágiles.
Nuestros adolescentes están chapoteamos en las aguas de la indiferencia o ¿el espectáculo virtual? en espera de ser oídos, buscando en el espacio virtual el reconocimiento que no se encuentra en el real. Miles de internautas adolescentes exponen sus vidas y sus pensamientos descuidadamente. Es vital que ellos aprendan a protegerse en el mundo virtual, reguardar sus datos personales es fundamental para desarrollar su identidad. Es conveniente conversar con ellos y reflexionar sobre la intimidad como un valor, lo que se contrapone a la visión consumista de intimidad-espectáculo como mercancía.
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