miércoles, 27 de julio de 2011

Proyecto Fotonarradores ecológicos en Caracas

La mirada adolescente es una interpretación de la vida en la ciudad, un acto subjetivo poco conocido, que puede llegar a ser muy perspicaz. Su lenguaje no siempre comprendido puede descifrarse con creatividad, la misma cualidad que necesita la ciudad como colectivo para asumir los cambios que puedan hacerla sostenible, en cuanto promueve una nueva alianza naturaleza-cultura fundada en una ética de la sostenibilidad –en valores, creencias, sentimientos y saberes- que renuevan los sentidos existenciales, los mundos de vida y las formas de habitar el planeta Tierra (AA.VV. Manifiesto por la vida: Ética para la sostenible, 2002). En nuestras ciudades latinoamericanas sus rápidas transformaciones y todo lo que ello conlleva, unido a problemas sociales múltiples, ha traído consigo un desarraigo hacia el entorno urbano y la pérdida de principios ciudadanos de respeto, cooperación y pertenencia, viéndose el ciudadano constantemente enfrentado a un ambiente que desconoce y que le es casi indiferente. Es así como la educación ciudadana hoy adquiere gran relevancia, orientada a incentivar la apropiación y valoración por parte de la colectividad de la transformación por una mejor calidad de vida.

Y es que en cada época la ciudad se vuelve un lugar de conquista de derechos y libertades; por ello la inclusión de nuevas visiones y sensibilidades hace que la ciudad se transforme, y con sus cambios modifique su estructura, sus actividades, su población, sus comportamientos y sus demandas. (Jordi Borja, 2003). Comprender y mejorar nuestra vida en la ciudad es hoy un tema universal en medio de las diversas tendencias contemporáneas, en este este milenio la mitad de la población seguirá viviendo en ciudades. Según las previsiones, en el 2050 la tasa de urbanización en el mundo llegará a 65%; por primera vez en la historia hay más personas viviendo en las ciudades que en las zonas rurales, y las cifras van en ascenso rápidamente (Hábitat- ONU, 2009). Las ciudades son, potencialmente, territorios con gran riqueza y diversidad económica, ambiental, política y cultural. Por ello, el modo de vida urbano impacta enormemente los vínculos que establecemos entre nosotros y el entorno. Pero preocupantemente los modelos de desarrollo implantados en la mayoría de los países han contribuido a que las ciudades estén lejos de ofrecer condiciones y oportunidades equitativas a sus habitantes. Parece ser tiempo de invitar a las nuevas generaciones a participar en la recomposición del “rompecabezas” de las ciudades, en especial en casos tan “sui géneris” como Caracas.

Adolescentes en la ciudad, una nueva sensibilidad:

De acuerdo con Unidad de Desarrollo Adolescente y Participación de UNICEF, América Latina (2010) más de 153 millones de adolescentes viven actualmente en las Américas. Este ‘bono demográfico’ es una oportunidad histórica para que comunidades de toda América Latina y el Caribe canalicen los talentos de los adolescentes hacia actividades prosociales positivas. Sin embargo, en su mayoría los adolescentes no tienen fácil acceso a espacios públicos creativos en la ciudad (incluyendo museos, salas de arte, centros deportivos, plazas u otros) en los cuales poder expresar sus inquietudes, ensayar su creatividad y productividad desarrollando sus ideas, propuestas y producciones.

A pesar de las limitaciones, los adolescentes son y serán creadores y productores de cultura en sus contextos, con el poder de impactar sus sociedades positiva o negativamente, dependiendo de la bienvenida e inclusión de su participación y contribuciones.Los adolescentes suelen soñar con ser exploradores de los diversos lugares en su ciudad y disfrutar descubriendo lo que ocurre en ella. Las restricciones por inseguridad limitan sus opciones para explorar el entorno, buscar en sus recovecos y conocer espacios nuevos y distantes. Esta inquietud no resuelta necesita ser canalizada para que ellos puedan descubrir su ciudad, su estructura, paisajes, paseos, construyendo así su derecho a crear ciudad

Con frecuencia adolescentes y jóvenes que no tienen oportunidad de sentirse incorporados a la ciudad (y su ciudadanía), más por la palabra pública de interlocutores confiables, podrían activarse por la invitación de padres e instituciones conscientes del poder de la participación en el mundo de sus derechos ciudadanos, es así como pueden dejar huellas creativas y renovadoras en espacios que parecían solo de los adultos. El mundo de los más jóvenes se construye en buena parte expresando su naturaleza como creadores de cultura, que se movilizan con el reto de hacerse visibles, ser reconocidos y ser incluidos.La dificultad de adolescentes para trascender las “tradiciones adulto-céntricas” que excluyen su participación en la ciudad, para generar sentido de pertenencia a su ciudad por sí mismo, es una condición compleja, que requiere la sinergia de recursos dialógicos – simbólicos construidos desde su familia, escuela y la sociedad en general. La falta de sentido de pertenencia ciudadano de niños y adolescentes es una condición de riesgo y un desafío para todos, y resolverlo es un proceso colectivo que debemos afrontar empoderándonos en la comunicación intergeneracional del ecosistema urbano.

Para la mayoría de los adolescentes venezolanos, la cultura urbana es el lugar desde el cual dan sentido a su identidad. A este respecto, los medios de comunicación y las nuevas tecnologías son decisivos en la configuración de las nuevas formas de sociabilidad juvenil. Asimismo, la dinámica urbana está fuertemente implicada en las negociaciones intergeneracionales. Como lo expresa Martin Barbero (2002) en la empatía de los jóvenes con la cultura tecnológica, está en juego una nueva sensibilidad hecha de una doble complicidad cognitiva y expresiva: es en sus relatos e imágenes, en sus sonoridades, fragmentaciones y velocidades que ellos encuentran su idioma y su ritmo. Estamos ante la formación de “comunidades interpretativas” que responden a nuevos modos de percibir y narrar la identidad, y de la conformación de identidades con temporalidades breves, más precarias pero también más flexibles, capaces de fusionar en el mismo sujeto, ingredientes de universos culturales muy diversos.

Esta nueva sensibilidad debe ser mejor entendida por todos, es por ello que nuestra vinculación con los lenguajes creativos propios del adolescente actual que incluyen su expresión intercreativa en línea, puede permitirnos comprender más ampliamente sus retos y al mismo tiempo humanizarnos. La integración de las TIC y la comunicación ciudadana, se está convirtiendo en la mejor manera de dirigirse a las diversas audiencias, especialmente a la adolescencia y juventud (la principal audiencia de los medios de comunicación y TIC). Y es que el espacio público se convierte cada vez más en una herramienta de alto impacto para la estructuración psico-social del ciudadano, pues somos ciudadanos de la sociedad del conocimiento que deseamos construir más consciente y creativamente nuestro complejo espacio de vida. Sin embargo, en la relación de los adolescentes con la ciudad la velocidad, confusión y aturdimiento pueden hacer mucho ruido, por lo que conviene incorporar pausas y espacios para tomar distancia del barullo y poder pensar la ciudad desde el diálogo; ello introduciría la intermediación simbólica para “digerir los hechos” y pensar los comportamientos más convenientes; estrategia que podría frenar y modular la tendencia a actuar impulsivamente o dar rienda suelta al descontrol, asociado a lo que algunos llamamos el “acting out del adolescente urbano”.

Hemos apreciado que los adolescentes se activan y despliegan mejor sus talentos al desarrollar actividades cooperativas en equipo, y es por ello, que proponemos la formación de equipos creativos que puedan buscar y crear imágenes convirtiéndose en “hacedores de imágenes urbanas” en “Fotonarradores ecológicos de Caracas”, en comunicadores de historias visuales de Caracas. Ese incursionar en el campo de la fotografía con intención expresiva y deseo de compartir lo que piensan y sienten sobre su ciudad, ofreciendo sus miradas ecológicas; estos serán los ejes expresivos de relatos creativos y el inicio de nuevos conocimientos y alternativas para humanizar a Caracas.

Hoy es bien sabido que las prácticas educativas y ciudadanas, deben integrar pensamiento y experiencia con las TIC desde puntos de vista cooperativos, en entornos colaborativos de co-construcción de ideas e interpretaciones, y como dinamizadores de la creación. La red es un ejemplo incomparable de creatividad aplicada y muestra la capacidad de los millones de personas que la construyen a diario. En este contexto ya conocido por los adolescentes, ellos pueden prepararse, ensayar y SER los catalizadores necesarios para transformar nuestras ciudades en espacios más creativos, que desde sus redes intercreativas (capaces de dialogar intergeneracionalmente y formar alianzas creativas reales) puedan proponer alternativas y opciones que humanicen la convivencia en los diversos entornos de Caracas. De forma que intercreatividad, es trabajo colectivo creador que en la red asume un alto potencial significativo, en todo lo que se refiere a las características de multicomunicación y trabajo libre interesante para los adolescentes. En este proyecto exploraremos esta nueva forma de trabajo en equipo, practicando la intercreatividad presencial y en línea.


Los proyectos intercreativos nacen con una semilla de un grupo de personas que han trabajado durante un tiempo suficiente juntos y con necesidad de crear mejores realidades o resolver problemas. Después, con metas conjuntas pueden construir intercreatividad en la red y encontrar personas interesadas en lo mismo, pero en los inicios es fundamental construir valores en grupo y estar en contacto cara a cara, esto explica la importancia que tiene la unión entre trabajo de equipo, disfrute e intercreatividad.

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