miércoles, 1 de junio de 2011

El valor de las decisiones...

Tomar decisiones para muchos adolescentes puede ser difícil, si no han adquirido el hábito de reflexionar acerca de las opciones que les presenta su realidad personal, su cultura y entorno cercano; esta costumbre puede enseñarse a los niños en la edad escolar, los padres podemos ayudarlos y estimularles a pensar por si mismos, a identificar las mejores opciones (analizando causas, consecuencias de diversos eventos de la vida, y los valores o antivalores que estén implicados), y luego permitirles reflexionar y decidir en asuntos ajustados a su edad.

Es importante hacerles saber que la toma de decisiones es un proceso de toda la vida, que tiene muchas implicaciones en lo que nos sucede, puede permitirnos tener control sobre nuestra vida y a sentirnos satisfechos por las metas que hemos escogido y los logros alcanzados con esfuerzo.

Algunos pasos básicos para tomar decisiones son:
- Obtener información confiable y pertinente sobre el tema que vamos a decidir.
- Analizar los valores sociales y propios
- Hacer una lista de las ventajas y desventajas de las diferentes alternativas
- Analizar la probabilidad de éxito de cada alternativa
- Pensar en las consecuencias a corto, mediano y largo plazo de la decisión
- Asumir la responsabilidad de tomar la decisión
- Evaluar sus resultados.

Nuestras decisiones marcan la trayectoria de la vida, y uno de los aspectos centrales para guiarnos es estar claros con
los valores que escogemos como principios de vida. Los valores aluden a nuestros principios y creencias (las metas y fines que más apreciamos - nuestras prioridades). Y es que aprendemos los valores desde temprana edad y progresivamente cada quien le da un sentido propio. Es así como la puesta en práctica de los valores es una decisión primero familiar y luego personal.

Cada persona determina cómo actua frente a las distintas situaciones de su vida, y la práctica de los valores expresa el grado de compromiso que tenemos con nuestra familia, la sociedad y con nosotros mismos. Por lo que es poco probable que cumplamos bien con algo sobre lo que no estamos completamente convencidos de su importancia o valor; de allí que que no se puede obligar a otro a comprometerse con un valor si la persona no lo decide conciente o inconcientemente.

Las decisiones que se toman durante la adolescencia trascienden y marcan las siguientes etapas del curso de vida, sus consecuencias se manifiestan, a través del tiempo, en la juventud, la madurez e incluso la vejez. Es por ello que las decisiones deben estar enmarcadas en un Proyecto de Vida claramente definido por cada adolescente, lo que se convierte en un marco vital que les permitirá tomar las mejores decisiones: las más informadas, las más reflexionadas, las decisiones que más apoyen y propicien el logro de sus aspiraciones y sus planes.

Cuando los adolescentes formulan sus propios proyectos de vida, tienen un espacio propio donde estar seguros y poder sorterar las dificultades (crisis familiares, presiones sociales de sus pares, confusiones, angustias, etc.); será una estructura que les ayude a no perder el norte para trabajar en sus planes y aprender a construir herramientas (conocimientos o destrezas); y un marco de referencia que guíe y oriente la toma reflexiva y sensible de decisiones que determinen su vida.

Podemos ayudarles a construir metas concretas y programar actividades para cada meta; los padres podemos acompañar este proceso como una gran oportunidad de aprendizaje, afecto y autoconocimiento.

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